IINTRODUCCIÓN
Historia de la vida de John Wesley: John Wesley nació el diecisiete de junio de 1703,
en Epworth, Inglaterra, el decimoquinto de diecinueve hijos de Charles y
Suzanna Wesley. El padre de Wesley era predicador, y la madre de Wesley era una
mujer notable en cuanto a sabiduría e inteligencia. Era una mujer de profunda
piedad y crió a sus pequeños en estrecho contacto con las historias de la
Biblia, contándolas ya alrededor del hogar de la habitación de los niños.
También solía vestir a los niños con sus mejores ropas los días en que tenían
el privilegio de aprender su alfabeto como introducción a la lectura de las
Sagradas Escrituras.
El joven Wesley era apuesto y varonil, y le
encantaban los juegos y en particular el baile. En Oxford fue un líder, y
durante la última parte de su estancia allí fue uno de los fundadores del
«Santo Club», una organización de estudiantes serios. Su naturaleza religiosa
se profundizó con el estudio y la experiencia, pero no fue hasta años después
de dejar la universidad y entrar bajo la influencia de los escritos de Lutero
que sintió haber entrado en las plenas riquezas del Evangelio.
El y su hermano Charles fueron enviados a Georgia
por la Sociedad para la Propagación del Evangelio, y allí los dos desarrollaron
sus capacidades como predicadores.
Durante su navegación se encontraron en compañía de
varios Hermanos Moravos, miembros de la asociación recientemente renovada por
la actividad del Conde Zinzendorf. John Wesley observó en su diario que en una
gran tempestad, cuando todos los ingleses a bordo perdieron enteramente la
compostura, estos alemanes lo impresionaron con su calma y total resignación a
Dios. También observó la humildad de ellos bajo tratos insultantes.
Fue al volver a Inglaterra que entró en aquellas más
profundas experiencias y que desarrolló aquellos maravillosos poderes como
predicador popular, que le hicieron un líder nacional. En aquel tiempo se
asoció asimismo con George Whitefield, de fama imperecedera por su maravillosa
elocuencia.
Lo que llevó a cabo bordea en lo increíble. Al
entrar en su año octogésimo quinto, le dio las gracias a Dios por ser casi tan
vigoroso como siempre. Lo adscribía en la voluntad de Dios, al hecho dj que
siempre había dormido profundamente a que se había levantado durante sesenta
años a las cuatro de la mañana y que por cincuenta años predicó cada mañana a
las cinco. Apenas en su vida sintió algún dolor, resquemor o ansiedad.
Predicaba dos veces al día, y a menudo tres y cuatro veces. Se ha estimado que
cada año viajó cuatro mil quinientas millas inglesas, la mayoría a lomo de
caballos.
Los éxitos logrados por la predicación Metodista
tuvieron que ser alcanzados a través de una larga serie de años, y entre las más
acerbas persecuciones. En casi todas las partes de Inglaterra se vio enfrentado
al principio por el populacho que le apedreaba, y con intentos de herirle y
matarle. Sólo en ocasiones hubo intervenciones de la autoridad civil. Los dos
Wesleys se enfrentaron a todos estos peligros con un asombroso valor, y con una
serenidad igualmente asombrosa. Lo más irritante era el amontonamiento de
calumnias e insultos de parte de los escritores de aquella época. Estos libros
están totalmente olvidados.
Wesley había sido, en su juventud, un eclesiástico
de la iglesia alta, y siempre estuvo profundamente adherido a la Comunión
Establecida. Cuando vio necesario ordenar predicadores, se hizo inevitable la
separación de sus seguidores de la iglesia oficial. Pronto recibieron el nombre
de «Metodistas» debido a la peculiar capacidad organizativa de su líder y a los
ingeniosos métodos que aplicaba.
La comunión Wesleyana, que después de su muerte
creció hasta constituir la gran Iglesia Metodista, se caracterizaba por una
perfección organizativa casi militar.
Toda la dirección de su denominación siempre en
crecimiento descansaba sobre el mismo Wesley. La conferencia anual, establecida
en 1744, adquirió un poder de gobierno sólo a la muerte de Wesley. Chades
Wesley hizo un servicio incalculable a la sociedad con sus himnos. Introdujeron
una nueva era a la himnología de la Iglesia de Inglaterra. John Wesley dividió
sus días entre su trabajo de dirigir a la Iglesia, su estudio (porque era un
lector incansable), a viajar, y a predicar.
Wesley era incansable en sus esfuerzos por
diseminar conocimientos útiles a través de su denominación. Planificó la
cultura intelectual de sus predicadores itinerantes y maestros locales, y para
escuelas de instrucción para los futuros maestros de la Iglesia. El mismo
preparó libros para su uso popular acerca de historia universal, historia de la
Iglesia, e historia natural. En esto Wesley fue un apóstol de la unión de la
cultura intelectual con la vida cristiana. Publicó también los más madurados de
sus sermones y varias obras teológicas. Todo esto, tanto por su profundidad y
penetración mental, como por su pureza y precisión de estilo, excitan nuestra
admiración.
John Wesley era persona de estatura ordinaria, pero
de noble presencia. Sus rasgos eran muy apuestos, incluso en su ancianidad.
Tenía una frente ancha, nariz aquilina, ojos claros y una complexión lozana.
Sus modales eran corteses, y cuando estaba en compañía de gentes cristianas se
mostraba relajado. Los rasgos más destacados de su carácter eran su amor
persistente y laborioso por las almas de los hombres, la firmeza, y la
tranquilidad de espíritu. Incluso en controversias doctrinales exhibía la mayor
calma. Era amable y muy generoso. Ya se ha mencionado su gran laboriosidad. Se
calcula que en los últimos cincuenta y dos años de su vida predicó más de
cuarenta mil sermones.
Wesley trajo a pecadores al arrepentimiento en tres
reinos y dos hemisferios. Fue obispo de una diócesis sin comparación con
ninguna de la Iglesia Oriental u Occidental. ¿Qué hay en el ámbito de los
esfuerzos cristianos -misiones foráneas, misiones interiores, tratados y
literatura cristiana, predicación de campo, predicación itinerante, estudios
bíblicos y lo que sea que no filera intentado por John Wesley, que no fuera
abarcado por su poderosa mente mediante la ayuda de su Divino Conductor?
A él le fue concedido avivar la Iglesia de
Inglaterra cuando había perdido de vista a Cristo el Redentor, llevándola a una
renovada vida cristiana. Al predicar la justificación y renovación del alma por
medio de la fe en Cristo, levantó a muchos de las clases más humildes de la
nación inglesa desde su enorme ignorancia y malos hábitos, transformándolos en
cristianos fervorosos y fieles. Sus infatigables esfuerzos se hicieron sentir
no sólo en Inglaterra, sino también en América y en la Europa continental. No
sólo se deben al Metodismo casi todo el celo existente en Inglaterra por la
verdad y vida cristiana, sino que la actividad agitada en otras partes de la
Europa Protestante podemos remontarla, indirectamente al menos, a Wesley.
Murió en 1791, después de una larga vida de
incesantes labores y de desprendido servicio. Su ferviente espíritu y cordial
hermandad siguen sobreviviendo en el cuerpo que mantiene afectuosamente su
nombre.