LA MARCHA DEL CRISTIANISMO EN EL PRINCIPIO DE LA IGLESIA PRIMITIVA.

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INTRODUCCIÓN

Pasado el asombro que la resurrección de Cristo había producido en el ánimo de los primeros discípulos, estos se pusieron de nuevo a pensar en la marcha que seguiría el reino de Dios en el mundo. Siempre abrigando la idea de que Cristo iba a librar a Israel del poder de sus dominadores, le dirigieron esta pregunta: “Señor, ¿restituirás el reino de Israel en este tiempo?” Pregunta que, como alguien ha dicho, revela más bien el patriotismo y particularismo judaico de los discípulos, que un conocimiento  de la universalidad y espiritualidad de la obra del Evangelio.
El Señor les respondió: “No toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que le Padre puso en su sola potestad; más recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y en Samaria, y hasta lo ultimo de la tierra”. Hechos 1: 6-7.
San Lucas, que relata este dialogo, dice que Jesús habiendo dicho estas cosas fue alzado, y una nube le recibió y le quito de los ojos de los discípulos.
La misión delos cristianos no seria la de especular sobre acontecimientos; no les tocaba enredarse en cuestiones de fechas, de años, meses y días. La misión que les encomendaba era la de ser testigos. Tenían que ser testigos de lo que Cristo había sido en el mundo; testigos de su vida santa y de su pureza perfecta; testigos de sus señales, prodigios y maravillas que había obrado; y sobre todo testigos de su gloriosa resurrección de entre los muertos.
Este testimonio lo darían no solo en el suelo natal. Franqueando los limites de Judea y Samaria, tenían que ir a todos los pueblos del mundo, y hasta lo ultimo de la tierra, para predicar el Evangelio a toda tribu y en toda lengua.
Detengámonos ahora para lanzar una mirada analística sobre el mundo de aquellos tiempos, y recordar brevemente cuales eran las ideas religiosas y filosóficas más populares de los pueblos ante quienes tenían que ser testigos y defender la fe del Evangelio de salvación, y su expansión.

LAS IDEAS RELIGIOSAS Y FILOSÓFICAS.

En materia religiosa, los judíos eran los más adelantados del mundo. Poseían los oráculos divinos del antiguo testamento. El culto mosaico era la expresión religiosa más perfecta a que habían los hombres de aquel tiempo.  Los profetas habían anunciado el advenimiento de un Mesías, y la esperanza de Israel estuvo durante siglos fija en el cumplimiento de esta promesa.

JUDAISMO

El judaísmo se hallaba dividido en tres ramas: fariseísmo, saduceísmo y esenismo.
El sistema religioso mantenido por los judíos. Sus enseñanzas provenían del AT, especialmente de la ley de Moisés que se encuentra del cap. 20 de Éxodo hasta el fin de Deuteronomio; pero también incluía las tradiciones de los ancianos (Marcos 7:3-13), algunas de las cuales nuestro Señor condenó. Los elementos principales del judaísmo incluyen la circuncisión, un monoteísmo estricto, un aborrecimiento a la idolatría y el guardar el día sábado.

FARISEOS

Los fariseos eran los ortodoxos de la nación. Para ellos la religión consistía en el cumplimiento estricto y legal de ritos y ceremonias. Sumamente orgullosos de la posición que asumían, se ligaban a prácticas externas, murmuraban sus oraciones, multiplicaban sus ayunos, ensanchaban las filaterías, es decir las cintas con textos bíblicos escritos que se ceñían en la frente, y hacían gran alarde de una piedad que estaban muy lejos de poseer interiormente. Tenían mayoría en el sanedrín el congreso de los judíos, y ejercían más influencia sobre el pueblo que los demás partidos no habían alcanzado.
LA SECTA DE LOS JUDÍOS. El nombre farisaı́oi aparece por primera vez en el contexto de los reyes MACABEOS (ca. 150 a.C., Josefo, Antigüedades XIII. 10: 5–9). El equivalente hebreo perusim generalmente se entiende en el sentido de «separados» (por ejemplo, Esd 6. 21; Neh 10.28).
Probablemente era un apodo impuesto por sus enemigos ya que los fariseos vivían apartados de lo impuro, es decir, del «pueblo de la tierra» (Jn 7.49). Ellos mismos preferían llamarse jeberim (compañeros), que revela algo de su organización. Como grupo particular, los fariseos lograron destacarse durante el reinado de Juan Hircano (135–104 a.C.), al oponerse al deseo de este de extender su poder político y militar. En el reinado de Alejandro Janneo (103–76 a.C.) la oposición alcanzó tal magnitud que este la suprimió brutalmente, crucificando a ochocientos de los líderes fariseos (Antigüedades, XIII. 14. 2). Cobraron nueva importancia bajo Alejandra Salomé (76–67 a.C.), pero pronto perdieron su influencia directa en la vida política del país. Quien intentó ganar su apoyo fue HERODES EL GRANDE, ya que solo se dedicaban a la vida religiosa, pero desistió ante las sospechas que aún mantenía, basadas en las rebeliones anteriores.
Durante la vida de Jesucristo la mayoría de los fariseos practicaban la devoción religiosa y no participaban en la oposición creciente de los ZELOTES contra la ocupación romana.
Por tanto, después de la destrucción de Jerusalén (70 d.C.), Vespasiano permitió que el rabino, Yohanán ben Zakkai, fundara una escuela en Jamnia; y, aun más, después del levantamiento de Bar Kokeba (135 d.C.), los fariseos llegaron a representar el judaísmo oficial. De esta fecha en adelante brotó la literatura rabínica (TALMUD; MISNÁ; TARGUM; MIDRÁS).

RELACIÓN CON OTRAS SECTAS

Se acepta generalmente que los fariseos descendieron de los jasideos (devotos) que lucharon al lado de los MACABEOS por la libertad religiosa (166–42 a.C.). Quizás derivaron del grupo de escribas empleados por los jasideos (1 Mac 7.12ss).
Probablemente ca. 100 a.C. los ESENIOS se separaron de los fariseos por considerar que se acomodaban demasiado al ambiente político. Por su parte, los fariseos rechazaron la postura apocalíptica que habían adoptado algunos de los esenios en aquel entonces (QUMRÁN). Los fariseos se distinguían de los SADUCEOS por su interpretación de la LEY y por su actitud frente al Antiguo Testamento. En cuanto a lo primero, los fariseos, cuyos representantes más importantes eran Hillel y Sammai (ca. 25 a.C. —10 d.C.), se oponían como laicos a la aristocracia de sacerdotes profesionales. Lograron una posición poderosa en el SANEDRÍN durante el siglo II a.C. Los fariseos interpretaban las tres divisiones del Antiguo Testamento (Ley, Profetas y Escritos), adaptándolas, por medio de una serie de tradiciones (TRADICIÓN) orales, a las necesidades cotidianas del pueblo.
Los saduceos, por su parte, se concentraban en la interpretación de las leyes rituales, aplicándolas solamente al culto del templo. Con la destrucción de este, desapareció su razón de ser y los fariseos surgieron con un poder único. La inmensa mayoría de los ESCRIBAS eran fariseos y los términos son casi sinónimos. Es probable que la frase juanina «los judíos» se refiera principalmente a los fariseos.

ENSEÑANZA

Los fariseos organizados en pequeñas comunidades, se dedicaban a la docencia y promovían el desarrollo de la religión de la SINAGOGA. Esto muestra su compromiso con la formación del pueblo sencillo en el conocimiento y práctica de la Ley de Moisés, que incluye la Torah oral. Además, emprendieron una labor proselitista entre los gentiles (Mt 23.15). Diferían de los saduceos principalmente en su aceptación del concepto de la inmortalidad. Creían en la inmortalidad del alma, lo cual implicaba la resurrección del cuerpo (Hch 26.8), y en la existencia de ángeles y espíritus. Recalcaban el uso de la razón en la comprensión del deber religioso. Esto los llevaba a una concepción de la soberanía de Dios que incluía la fatalidad.
Los fariseos se proponían alcanzar una perfecta obediencia a la Ley de Moisés tal como la interpretaba la tradición oral (Mc 7.13). Su enseñanza era primordialmente ética y práctica, no teológica (DIEZMO; SÁBADO).

RELACIÓN CON JESÚS Y LOS APÓSTOLES

A diferencia de los esenios y los zelotes, los fariseos aparecen a menudo en los libros del Nuevo Testamento. Generalmente los encontramos opuestos a Jesús (Mc 2.6; 3.6; 7.1ss; Jn 5.10; 6.41; 7.45; 9.13, etc.) quien, igual que Juan el Bautista, denunció su hipocresía (Mt 3.7ss; 5.20; 6.5; 9.13; 12.7; 16.6; 23.1–36, HIPÓCRITA). Jesús rechazó la autoridad excesiva que ellos otorgaban a la Ley oral. Sin aceptar incondicionalmente el juicio favorable de Josefo sobre la secta, sería falso concluir de los Evangelios y Hechos que todos los fariseos se oponían al mensaje y ministerio de Jesús. Es probable que fueran fariseos los que esperaban la consolación de Israel (Lc 2.25, 38; 23.51; 24.21).
Varias veces Jesús tuvo encuentros amigables con ellos (Mc 12.28ss; Lc 7.36; 13.31; 14.1; 18.18ss). Varios fariseos creyeron en Él y fueron bautizados (Jn 3.1ss; 7.50s; 8.31; Hch 6.7; 26.5), entre ellos el más famoso fue Saulo de Tarso (Hch 9.1–18; Flp 3.5). El maestro de Saulo, GAMALIEL, que defendió a los apóstoles (Hch 5.34–39) fue nieto del rabino Hillel.

LOS SADUCEOS.

Partido sacerdotal y aristocrático del judaísmo cuyas doctrinas y prácticas eran opuestas a las de los FARISEOS.
Los saduceos, o discípulos de Tsadoc, formaban la minoría de oposición. Rechazaban las tradiciones que imponían los fariseos, así como los libros de los profetas, admitiendo solo los cinco libros de la ley. Negaban la vida futura, la inmortalidad del alma, y la existencia de los ángeles y espíritus. Eran poco numerosos y de poca influencia ante las demás sectas de la época.

SU ORIGEN E HISTORIA

Josefo se refiere por primera vez a los saduceos en Antigüedades XIII.x.5–7, donde describe la decisión de Hircano I (rey macabeo de los judíos, 135–105 a.C.) de aliarse con ellos. De allí se ve que la secta existía antes de dicho reinado.
Antes se pensaba que el nombre se había derivado del sacerdote Sadoc, contemporáneo de David y Salomón (2 S 15.27; 19.11; 1 R 1.8), cuyos descendientes eran considerados como la línea pura (cf. Ez 44.15ss; 48.11) y los conservadores del sacerdocio hasta la rebelión de los Macabeos. Sin embargo, varias dificultades filológicas e históricas obligan a buscar otra explicación. T.W. Manson propone que la derivación del nombre debería encontrarse en la palabra griega, syndikoi, que significaba «autoridades fiscales» en el estado de Atenas desde el siglo IV a.C. En Israel también los saduceos controlaban los impuestos (SANEDRÍN).
Al principio los saduceos no eran un grupo religioso, pero con el tiempo, para defender sus intereses, apoyaron al sumo sacerdote. Hasta la mitad del siglo I d.C. controlaban el sanedrín. Después, al serles quitado el poder secular, primero por los ZELOTES y después por los romanos, desaparecieron del judaísmo.

SU ENSEÑANZA

La mayoría de los SACERDOTES de los primeros siglos (a.C. y d.C.) pertenecían a esta secta, aunque no todos los saduceos eran sacerdotes. Por lo general constituían un núcleo de personas altamente privilegiadas, por ejemplo, comerciantes ricos y funcionarios gubernamentales. Su actitud hacia las TRADICIONES de los padres se centró en el mantenimiento del culto en el templo. Su interpretación de la Ley (aceptaban solo el Pentateuco como autoritativo) giraba alrededor de la ley ritual. Su actitud negativa hacia ciertas doctrinas del Antiguo Testamento se debía, en parte, a la tensión entre ellos y los fariseos, quienes las afirmaban.
Acerca de su doctrina, Josefo (Antigüedades XVIII.i, 4) afirma que «los saduceos enseñan que el alma perece con el cuerpo»; «niegan la continuidad del alma después de la muerte». El Nuevo Testamento es más preciso: señala que los saduceos negaban la resurrección del cuerpo (Mc 12.18, 26; Hch 23.8), y también la existencia de mediadores espirituales entre Dios y el hombre (Hch 23.8). Además, para los saduceos, Dios era casi un «dios ausente» dado que «no puede ni hacer ni prevenir el mal». En cambio el hombre ejerce su libre albedrío para hacer el bien y el mal (Guerras II.xi.14).
Su ideal político era el estado teocrático encabezado por el sumo sacerdote. Por eso veían con sospecha la esperanza mesiánica que amenazaba con derrotar el orden social y político existente. La mayoría del pueblo común los odiaba porque colaboraban con los romanos y sus reyes títeres, porque introdujeron y permitieron algunas costumbres que no eran judías y porque se comportaban entre el pueblo con arrogancia (Antigüedades XX.x.1; Salmos de Salomón 4.2ss).

EN EL NUEVO TESTAMENTO

Varias veces los saduceos se aliaron con los fariseos en oposición a Jesucristo (Mc 11.18, 27; 14.43; 15.1; Lc 9.22). Sin embargo, el conflicto de Jesús con los saduceos se agudizó mayormente en la última semana de su ministerio, cuando su popularidad entre el pueblo (Mc 12.12) parecía amenazar la paz de Jerusalén. En cambio el conflicto entre Jesús y los fariseos, debido a la influencia de estos entre el pueblo común, se advierte desde el principio de su ministerio.
Los cristianos culparon a los saduceos y a los fariseos de la muerte de Jesús (Jn 11.49ss; 18.3, 19ss). Fueron ellos los que más intentaron detener el creciente movimiento de la iglesia primitiva (Hch 4 y 5; 22.5).

ESENIOS

Los esenios eran una especie de monjes que, unos dos siglos antes de Cristo, buscaron en las soledades del mar muerto un refugio donde estar al abrigo y alejados de la corrupción reinante. De ahí se extendieron también a otros de palestina. Vivian en el celibato, sumidos en un profundo misticismo, llevando una vida contemplativa y en completo antagonismo con la sociedad. Sin suprimir en absoluto la propiedad individual, vivían en comunidad. Eran industriosos, caritativos y hospitalarios.
Estos Grupos de judíos sectarios que se apartaron de la corriente principal de la vida judía; florecieron ca. 150 a.C. hasta 70 d.C. Josefo los nombra, con los fariseos y los saduceos, como la tercera «filosofía» en el judaísmo del siglo I. Con él, Filón y Plinio el Mayor son los únicos historiadores contemporáneos que nos han dejado descripciones de las prácticas y creencias de las comunidades de los esenios, bastante diversas entre sí.
Pero el descubrimiento de rollos que guardó una secta, que casi todos identificaban como esenia, en las cuevas de QUMRÁN, ha permitido verificar los datos aportados por los historiadores.
Después de la guerra de los MACABEOS, triunfó el separatismo (observancia estricta de la Ley Mosaica) entre los tres partidos: saduceos, fariseos y esenios. Estos últimos, antes del 76 a.C., rompieron con los demás y criticaron su laxitud. Luego, protegidos por Herodes el Grande, realizaron campañas de misión y fundaron comunidades en casi todos los poblados de Judea. Sus seguidores ascendieron a unos cuatro mil, pero los grupos individuales, que vivían por lo general en guetos o en las afueras de los pueblos, no pasaban de doscientos miembros. La guerra con Roma (66–70 d.C.) acabó con estas comunidades. Los sobrevivientes se habrán integrado en las distintas agrupaciones judeocristianas y judías.
Los esenios se consideraban como el pueblo escatológico de Dios, el de un nuevo pacto. Extremadamente escrupulosos, creían que su cumplimiento de la Ley traería la intervención divina, en forma de guerra, que pondría fin al mundo. Por tanto, para la admisión a la secta se requería un noviciado de dos o tres años, la renuncia a la propiedad privada, en muchos casos al matrimonio y un juramento de obediencia incondicional a los superiores. Una vez aceptado, el nuevo miembro trabajaba en agricultura, artes manuales, etc., pero sobre todo se dedicaba al estudio de las Escrituras y participaba en las discusiones comunitarias. Abluciones diarias y exámenes de conciencia garantizaban su pureza levítica.

EL MUNDO PAGANO

Por otra parte estaba el mundo pagano. Grecia y Roma aun en los mejores días de su gloria no pudieron librarse del  culto grosero que se denomina paganismo. Este culto variaba mucho según sus épocas y los países que lo profesaban, de modo que se requería muchos volúmenes para describirlo. En los días de los apóstoles y en los países donde ellos iban a actuar. Consistía en la adoración de dioses imaginarios que representaban por medio de estatuas a las que el vulgo y los sacerdotes atribuían poderes sobre naturales.
Gracia la divinidad principal era Zeus a quien llamaban padre de los dioses, y fecundador de la tierra. Residía en las nubes y en el Olimpo junto con una multitud de semidioses y héroes.
En Roma era Júpiter el que ocupaba el primer lugar. Lo miraban como al dos del cielo y de la tierra y creían que de su voluntad dependían todas las cosas.
La idea moral no estaba para nada en el culto pagano. Los dioses eran solamente hombres y mujeres de gran tamaño y dotados de mucha fuerza. Eran grandes en poder y también grandes en crímenes y pasiones. Júpiter era adultero e incestuoso. Venus era la personificación de la voluptuosidad y de la belleza carnal. Baco representaba las ideas del placer, de la alegría, de las aventuras, y de los triunfos ganados con facilidad. Tertuliano, escribiendo a los paganos, les dice que el infierno esta poblado de parricidas, ladrones, adúlteros, y seres hechos a semejanza de sus dioses.
Cada nación y cada provincia tenia sus dioses favoritos. Había dioses de las montañas y de los llanos; dioses de los mares y de la tierra; dioses de los bosques y de las fuentes; dioses celestiales, terrenales e infernales.
En Roma se adoraban las imágenes de los emperadores. Se levantaban templos y altares para conmemorar sus grandezas. Calígula, el infante, se proclamo a sí mismo un dios, y Roma lo adoraba como tal. Finalmente se adoraba a sí misma,  y se hacia adorar por los pueblos que subyugaba. Era a la vez idolatra e idolatrada.
Pero en medio de este desorden hubo algunos filósofos que alcanzaron a entrever cosas mejores. No todos s contentaron con las viandas mal servidas del paganismo. Recordemos a algunos de estos sabios.

SÓCRATES

Fue el más sabio y el mejor de los filósofos paganos. Tal vez ningún otro gentil estuvo tan cerca de la verdad como el como él, cosa que es relativa y diferente al conocimiento de Cristo. Tenía  un profundo y sincero sentimiento de su ignorancia. Le animaba una sublime resignación, y en los momentos tristes de su vida disfruto de la calma que produce la esperanza de la vida futura. No hubo pagano que tanto se acerca al espíritu del evangelio que Cristo predico cuatro siglos después. Aunque al parecer hoy día el paganismo se parece pero con diferencia de creer en Cristo como Señor y Salvador por medio de la fe, y el arrepentimiento de pecados para ser librados de la condenación eterna.

PLATÓN

Este ilustre discípulo de Sócrates, intelectualmente remonto a alturas nunca sospechadas ni aun por su maestro. Supo juntar los elementos producidos por la brillante inteligencia de Sócrates, y combinándolos con los propios de él, formo el sublime sistema de la filosofía universal que figura como el esfuerzo más heroico hecho por la mente humana. Enseño que bien supremo reside en la divinidad y que el alma humana puede ponerse en contacto con ella. Como en bien relativo para sin el conocimiento y el temor de Dios todo ser tiene destellos de la existencia de tales cosas, pero las omiten por el pecado porque no pueden glorificar a Dios ni darle las gracias.

ARISTÓTELES

Este otro filosofo profeso las mismas ideas que Aristóteles y contribuyo grandemente a difundir estos conocimientos, elevando el nivel intelectual de su época. Fue el último de los grandes filósofos y con su muerte se extinguió aquel foco de sabiduría que durante varios siglos estuvo encendido en la antigua Grecia.
Cuando san Pablo dice que la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios, no se refiere a los sabios de tipo que hemos mencionado, sino a los numerosos sofistas y hombres superficiales, que alimentan el orgullo de una vana filosofía opuesta al evangelio de Cristo, como lo eran los epicúreos, estoicos y gnosticismo que ya empezaría a tener auge, a los que también haremos una breve ilustración de sus filosofías vanas.
Los Cristianos, pues, tenia que ser testigos de su Señor y maestro en medio del formalismo, del orgullo judaico y en un mundo sumido en el más grosero y absurdo paganismo. Ese era el inmenso campo de batalla donde pelearían la buena batalla.

EPICÚREOS

Nombre de los adeptos del filósofo Epicuro (341–271 a.C.), quien fundó una de las escuelas más importantes de la filosofía griega. El principal interés de los epicúreos era la ética. Defendían la tesis hedonista: la búsqueda del placer como fin supremo de la vida. Su ideal era la paz del alma (ataraxia) en la que radicaba la felicidad, mediante la sabia ponderación del goce y el prudente dominio de sí mismo.
Esta doctrina les condujo a un radical individualismo, pues el sabio debía mantenerse lejos de las luchas políticas y sociales, preferentemente sin formar familia. También les preocupaba liberar al hombre de todo temor, sobre todo al temor a los dioses y a la muerte.
Los epicúreos eran materialistas y negaban la supervivencia del alma más allá de la muerte. El alma humana (material), afirmaban, está constituida por átomos que se separan al cesar la vida y así el alma se desintegra. Por otra parte, sin ser ateos, rechazaban toda relación de Dios con el mundo (providencia). En los lugares celestes ciertamente existen los dioses, pero estos no se interesan por el hombre, ni participan en el gobierno del mundo. Por eso no hay que temerles.
La escuela epicúrea contó con numerosos discípulos sobre todo en el mundo helenístico, pero fue menos popular en Roma donde el ESTOICISMO tuvo más amplia acogida. En la época del Nuevo Testamento los epicúreos eran bastante conocidos (Hch 17.18–34). Por supuesto, sus doctrinas metafísicas y sus ideales éticos estaban muy lejos del espíritu del evangelio y les chocaba el mensaje de Pablo que destacaba la resurrección y el juicio.

ESTOICOS

Nombre que recibían los seguidores del filósofo Zenón de Citio (335–263 a.C.), fundador del ESTOICISMO, quien se reunía con sus discípulos en el «pórtico (en griego, stoa) pintado» de Atenas. La historia del grupo se extiende desde el 300 a.C. hasta el 200 d.C. En el tiempo de Pablo los estoicos junto con la escuela opuesta de los EPICÚREOS, se consideraban como la principal corriente filosófica de entonces (Hch 17.16–34). En el siglo III d.C. la escuela desapareció, pero su influencia se mantuvo, por ejemplo, entre muchos padres de la Iglesia.
Los estoicos reunían doctrinas de los antiguos filósofos griegos (Heráclito, Platón, Aristóteles), pero su enseñanza se centraba en la ética. No constituían en sí una escuela sistemática, sino una disciplina hondamente arraigada en la vida, la cual como sustituto de la religión, pretendía proporcionar al hombre educación y un asidero para el alma. En general, enseñaban un panteísmo materialista (Dios y el mundo son una misma realidad). Se veía a Dios como una especie de alma del mundo que lleva en sí los gérmenes o fuerzas seminales (en griego, lógoi spermatikoi) de toda la evolución cósmica. La totalidad del acontecer estaba sometida a un plan divino (doctrina del destino providencial que da al cosmos su unidad, sentido y belleza. No obstante, la libertad desaparece en el fatalismo.
El ideal mayor de los estoicos era «el hombre sabio», el que vive conforme a la naturaleza (o sea, racionalmente), domina las pasiones y soporta sereno el sufrimiento. El fin supremo (sumo bien) de su ética era la felicidad que consiste en vivir conforme a la virtud que es el bien. Muy características de los estoicos fueron también las doctrinas de la igualdad de todas las personas y el cosmopolitismo.
El estoicismo, aunque austero, podía adaptarse a muchas de las verdades cristianas.
Mucho del lenguaje que Pablo usa en el AREÓPAGO está tomado del estoicismo. Con todo, los estoicos de su época no le prestaron mucha atención.

GNOSTICISMO

Doctrina filosófica y religiosa que floreció en el siglo II d.C. Era marcadamente sincretista, o sea, se alimentaba de cualquier pensamiento que le interesara. Por esta razón, cuando entró en contacto con el cristianismo naciente, adoptó en sus diversos sistemas muchas enseñanzas cristianas. Los cristianos se vieron obligados a demostrar que el uso que los gnósticos hacían de algunas enseñanzas cristianas en realidad era opuestas al evangelio.
Se ha discutido mucho acerca de los orígenes del gnosticismo. Lo más probable parece ser que, debido precisamente a su carácter sincretista, surgió de una combinación de apocaliptismo judío, astrología babilónica, dualismo persa, filosofía platónica y misterios orientales.
El gnosticismo era ante todo una doctrina de la salvación. Según él, la salvación era la liberación del espíritu que está esclavizado debido a su unión con las cosas materiales. El espíritu es una sustancia divina que por alguna razón ha caído y quedado aprisionada en este mundo material. A fin de liberarlo de sus ataduras presentes, y permitirle regresar al lugar que le corresponde, el espíritu debe poseer un conocimiento especial o gnosis, palabra griega que quiere decir «conocimiento» y de la cual el gnosticismo deriva su nombre. Puesto que el mundo material, según los gnósticos, incluso el cuerpo humano, es por naturaleza contrario a lo espiritual, no puede pensarse que el mundo sea creación del Dios supremo. Por esta razón los gnósticos desarrollaron diversos sistemas mitológicos con los que trataron de explicar el origen del mundo y la caída de los espíritus.
El primer maestro gnóstico, según los escritores cristianos, parece haber sido SIMÓN EL MAGO (Hch 8.9–24). Otros gnósticos dignos de mención son Menandro, Cerinto, Saturnino, Basílides, Valentín y Marción. El gnosticismo floreció en ALEJANDRÍA.
Cuando el gnosticismo pretendió ser la correcta interpretación del cristianismo, esto amenazó con desvirtuar la fe cristiana sobre todo en tres puntos básicos: la doctrina de la CREACIÓN y el gobierno del mundo por parte de Dios, la doctrina de la SALVACIÓN y la cristología (CRISTO).
En cuanto a lo primero, la oposición radical que el gnosticismo establecía entre lo material y lo espiritual le llevaba a atribuir el origen de este mundo, no al Dios supremo, sino a algún ser inferior. Luego, el mundo resultaba fruto del error o ignorancia de un ser espiritual, más bien que de la voluntad creadora de Dios. Frente a esto, la fe bíblica afirma que este mundo es obra de Dios, quien «vio que era bueno» (Gn 1.4; etc.), y quien gobierna, no solo la vida de los espíritus, sino también todo el curso de la historia humana.
En segundo término, la doctrina gnóstica de la salvación se oponía a la doctrina cristiana. Según el gnosticismo la salvación era la liberación del espíritu divino e inmortal que se halla aprisionado en el cuerpo humano. Este último no desempeña más que un papel negativo en el plan de salvación. Frente a esto, el Nuevo Testamento afirma que la salvación incluye el cuerpo humano y que la consumación del plan de Dios para la salvación de los hombres será la RESURRECCIÓN del cuerpo.
Por último, el dualismo gnóstico tiene consecuencias devastadoras en lo que a la cristología se refiere. Si la materia, y muy especialmente el cuerpo humano, no surge de la voluntad de Dios sino de algún principio que se opone a esa voluntad, se sigue que este cuerpo no puede ser vehículo de la revelación del Dios supremo. Por tanto, Cristo, quien vino para darnos a conocer a ese Dios, no puede haber venido en un verdadero cuerpo físico, sino solo en una apariencia corporal.
Sus sufrimientos y su muerte no pueden haber sido reales, pues es imposible que el Dios supremo se nos dé a conocer entregándose de ese modo al poder maléfico y destructor de la materia. Esta doctrina cristológica recibe el nombre de docetismo, del griego dokéo (parecer). Frente a esta teoría el Nuevo Testamento afirma que en Jesús de Nazaret (en su vida en un cuerpo físico y material) tenemos la revelación salvadora de Dios.
Por todas estas razones, la mayoría de los cristianos veían en el gnosticismo no una versión distinta de su fe, sino una tergiversación que en realidad negaba esa fe.
Hay varios pasajes en el Nuevo Testamento que parecen haber sido escritos contra el gnosticismo al menos en la forma incipiente que asumió en la era apostólica. Así, por ejemplo, 1 Jn 4.1–3 señala que la distinción entre los espíritus procedentes de Dios y los falsos profetas está en que los primeros confiesan que Jesucristo ha venido en carne. En 1 Jn 2.22, cuando se dice que el mentiroso es el que niega que Jesús es el Cristo, es posible que esto se refiera al gnóstico Cerinto, quien establecía una distinción entre Jesús y Cristo (JUAN, EPÍSTOLAS DE). También puede verse una oposición al gnosticismo en COLOSENSES y el Evangelio de JUAN.
Ante estas grades filosofías fue el comienzo del gran misterio de evangelio de Jesucristo, que la podemos comparar con nuestra época, en estos ultimo días del anuncio de la segunda venida de nuestro salvador, y llamamiento al arrepentimiento para vida eterna, aun los más opuestos son los llamados “cristianos” o denominaciones parecidas oponiéndose al verdadero evangelio de ser testigos hasta lo ultimo de la tierra. 

OBREROS PEREGRINOS

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La Biblia declara: "Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 Pedro 3:15). Esto no es simplemente un buen consejo; ¡es un mandamiento de Dios. Determiné que en estos días es especialmente importante que los cristianos puedan dar razón de la esperanza que hay en ellos. Trataría de hacer algo práctico para ayudarlos. Este estudio es el resultado. Los incrédulos y las religiones no cristianas nos hacen desafíos por todas partes. La televisión, los libros, las revistas y las películas colocan nuestra fe en tela de juicio de mil maneras, grandes y pequeñas. Como creyente que adoramos al que es el Logos encarnado, o sea, la lógica de Dios, tenemos que estar preparados para hablar a los que abiertamente se manifiestan antagonistas a los principios básicos de nuestra fe. Pecamos contra Dios cuando nos quedamos en silencio porque no somos capaces de defenderlos.