Historia de los mártires cristianos hasta la primera persecución general bajo Nerón
Cristo nuestro Salvador, en el Evangelio de San
Mateo, oyendo la confesión de Simón Pedro, el cual, antes que todos los demás,
reconoció abiertamente que Él era el Hijo de Dios, y percibiendo la mano
providencial de Su Padre en ello, lo llamó (aludiendo a su nombre) una roca,
roca sobre la cual El edificaría Su Iglesia con tal fuerza que las puertas del
infierno no prevalecerían contra ella. Y con estas palabras se deben observar
tres cosas: Primero, que Cristo tendría una iglesia en este mundo. Segundo, que
la misma Iglesia sufriría una intensa oposición, no sólo por parte del mundo,
sino también con todas las fuerzas y poder del infierno entero. Y en tercer
lugar que esta misma Iglesia, a pesar de todo el poder y maldad del diablo, se
mantendría.
Esta profecía de Cristo la vemos verificada de
manera maravillosa, por cuanto todo el curso de la Iglesia hasta el día de hoy
no parece más que un cumplimiento de esta profecía. Primero, el hecho de que
Cristo ha establecido una Iglesia no necesita demostración. Segundo, ¡con qué
fuerza se han opuesto contra la Iglesia príncipes, reyes, monarcas, gobernadores
y autoridades de este mundo! Y, en tercer lugar, ¡cómo la Iglesia, a pesar de
todo, ha soportado y retenido lo suyo! Es maravilloso observar qué tormentas y
tempestades ha vencido. Y para una más evidente exposición de esto he preparado
esta historia, con el fin, primero, de que las maravillosas obras de Dios en Su
Iglesia redunden para Su gloria; y también para que al exponerse la
continuación e historia de la Iglesia, pueda redundar ello en mayor
conocimiento y experiencia para provecho del lector y para la edificación de la
fe cristiana.
Como no es nuestro propósito entrar en la historia
de nuestro Salvador, ni antes ni después de Su crucifixión, sólo será necesario
recordar a nuestros lectores el desbarate de los judíos por Su posterior
resurrección. Aunque un apóstol le había traicionado; aunque otro le había
negado, bajo la solemne sanción de un juramento, y aunque el resto le había
abandonado, excepto si exceptuamos aquel «discípulo que era conocido del sumo
sacerdote», la historia de Su resurrección dio una nueva dirección a todos sus
corazones, y, después de la misión del Espíritu Santo, impartió una nueva
confianza a sus mentes. Los poderes de los que fueron investidos les dieron
confianza para proclamar Su nombre, para confusión de los gobernantes judíos, y
para asombro de los prosélitos gentiles.
I. ESTEBAN
San Esteban fue el siguiente en padecer. Su muerte
fue ocasionada por la fidelidad con la que predicó el Evangelio a los
entregadores y matadores de Cristo. Fueron excitados ellos a tal grado de
furia, que lo echaron fuera de la ciudad, apedreándolo hasta matarlo. La época
en que sufrió se supone generalmente como la pascua posterior a la de la
crucifixión de nuestro Señor, y en la época de Su ascensión, en la siguiente
primavera.
A continuación se suscitó una gran persecución
contra todos los que profesaban la creencia en Cristo como Mesías, o como
profeta. San Lucas nos dice de inmediato que «en aquel día se hizo una grande
persecución en la iglesia que estaba en Jerusalén», y que «todos fueron
esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles».
Alrededor de dos mil cristianos, incluyendo
Nicanor, uno de los siete diáconos, padecieron el martirio durante «la
tribulación que sobrevino en tiempo de Esteban».
II. JACOBO EL MAYOR
El siguiente mártir que encontramos en el relato
según San Lucas, en la Historia de los Hechos de los Apóstoles, es Jacobo hijo
de Zebedeo, hermano mayor de Juan y pariente de nuestro Señor, porque su madre
Salomé era prima hermana de la Virgen María. No fue hasta diez años después de
la muerte de Esteban que tuvo lugar este segundo martirio.
Ocurrió que tan pronto como Herodes Agripa fue
designado gobernador de Judea que, con el propósito de congraciarse con los
judíos, suscitó una intensa persecución contra los cristianos, decidiendo dar
un golpe eficaz, y lanzándose contra sus dirigentes. No se debería pasar por
alto el relato que da un eminente escritor primitivo, Clemente de Alejandría.
Nos dice que cuando Jacobo estaba siendo conducido al lugar de su martirio, su
acusador fue llevado al arrepentimiento, cayendo a sus pies para pedirle
perdón, profesándose cristiano, y decidiendo que Jacobo no iba a recibir en
solitario la corona del martirio.
Por ello, ambos fueron decapitados juntos. Así
recibió resuelto y bien dispuesto el primer mártir apostólico aquella copa, que
él le había dicho a nuestro Salvador que estaba dispuesto a beber. Timón y
Parmenas sufrieron el martirio alrededor del mismo tiempo; el primero en
Filipos, y el segundo en Macedonia. Estos acontecimientos tuvieron lugar el 44
d.C.
III. FELIPE
Nació en Betsaida de Galilea, y fue llamado primero
por el nombre de «discípulo». Trabajó diligentemente en Asia Superior, y sufrió
el martirio en Heliópolis, en Frigia. Fue azotado, echado en la cárcel, y
después crucificado, en el 54 d.C.
IV. MATEO
Su profesión era recaudador de impuestos, y había
nacido en Nazaret. Escribió su evangelio en hebreo, que fue después traducido
al griego por Jacobo el Menor. Los escenarios de sus labores fueron Partía y Etiopía,
país en el que sufrió el martirio, siendo muerto con una alabarda en la ciudad
de Nadaba en el año 60 d.C.
V. JACOBO EL
MENOR
Algunos suponen que se trataba del hermano de
nuestro Señor por una anterior mujer de José. Esto es muy dudoso, y concuerda
demasiado con la superstición católica de que María jamás nunca tuvo otros
hijos más que nuestro Salvador. Fue escogido para supervisar las iglesias de
Jerusalén, y fue autor de la Epístola adscrita a Jacobo, o Santiago, en el
canon sagrado. A la edad de noventa y nueve años fue golpeado y apedreado por
los judíos, y finalmente le abrieron el cráneo con un garrote de batanero.
VI. MATÍAS
De él se sabe menos que de la mayoría de los
discípulos; fue escogido para llenar la vacante dejada por Judas. Fue apedreado
en Jerusalén y luego decapitado.
VII. ANDRÉS
Hermano de Pedro, predicó el evangelio a muchas
naciones de Asia; pero al llegar a Edesa fue prendido y crucificado en una cruz
cuyos extremos fueron fijados transversalmente en el suelo. De ahí el origen
del término de Cruz de San Andrés.
VIII. SAN MARCOS
Nació de padres judíos de la tribu de Leví. Se
supone que fue convertido al cristianismo por Pedro, a quien sirvió como
amanuense, y bajo cuyo cuidado escribió su Evangelio en griego. Marcos fue
arrastrado y despedazado por el populacho de Alejandría, en la gran solemnidad
de su ídolo Serapis, acabando su vida en sus implacables manos.