La Biblia declara:
"Estad siempre preparados para
presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 Pedro 3:15). Esto no es
simplemente un buen consejo; ¡es un mandamiento de Dios.
Determiné que en estos días es especialmente
importante que los cristianos puedan dar razón de la esperanza que hay en
ellos. Trataría de hacer algo práctico para ayudarlos. Este estudio es el
resultado. Los incrédulos y las religiones no cristianas nos hacen desafíos por
todas partes. La televisión, los libros, las revistas y las películas colocan
nuestra fe en tela de juicio de mil maneras, grandes y pequeñas.
Como creyente que adoramos al que es el Logos
encarnado, o sea, la lógica de Dios, tenemos que estar preparados para hablar a
los que abiertamente se manifiestan antagonistas a los principios básicos de
nuestra fe. Pecamos contra Dios cuando nos quedamos en silencio porque no somos
capaces de defenderlos. No sólo eso, sino que cuando no estamos preparados con
una razón para defender nuestra esperanza, ni sabemos por qué creemos lo que
creemos, damos a los demás la impresión de que el cristianismo es una religión
basada únicamente en la fe ciega o en el prejuicio emocional. ¡Nada pudiera
estar más lejos de la verdad A menudo acusamos de ser prejuiciados a los que
rechazan el cristianismo sin examinar, por lo menos, las evidencias del mismo.
Entonces, ¿no es también cierto que, si una persona acepta el cristianismo sin
examinar las evidencias, eso tampoco es otra cosa que un prejuicio o
credulidad?
La Biblia nos dice que examinemos todas las cosas y
retengamos lo bueno. (1ª Tes. 5: 21)Sin embargo, frecuentemente no estamos
dispuestos a hacer eso, por el simple hecho de que se necesita un pequeño
esfuerzo intelectual de nuestra parte para llegar a ser obreros que no tienen
de qué avergonzarse. Cuando no examinamos las bases o fundamentos de nuestra
fe, descubrimos que Satanás usa nuestra ignorancia para atacar nuestra fe, y
cuando experimentamos dificultades, él siembra dudas en nuestras mentes. Tengo
la esperanza de que; al declarar las razones de mi fe, pueda ayudar a los
lectores cristianos a clarificar su propio pensamiento, y a estar mejor
capacitados para articular y defender su fe. También espero que muchos que no
han llegado a la decisión de recibir a Cristo como su Salvador personal, se
convenzan mediante mis argumentos, y den ese paso.
El testimonio que debemos llevar de la reforma es
cuando a Calvino lo han criticado por dejar de apoyar, supuestamente, la obra
evangelizadora. Hemos visto que esto, sencillamente, no es así, y las lecciones
debieran darnos aliento.
Por un lado, nos dice que deberíamos permanecer
ocupados, y preocuparnos menos de lo que los demás digan de nosotros. Si
Calvino no pudo protegerse de los críticos ni trabajando veinte horas al día,
predicando, enseñando y escribiendo, ¿qué dice esto de nuestro trabajo por el
reino de Dios? Si Calvino no fue evangelizador, ¿Quién lo es? ¿Estamos
dispuestos a confesar con William Carey respecto al trabajo por las almas de
los pecadores: “Prefiero desgastarme antes que oxidarme”?
Quizás algunos de nosotros estamos cansados. Tememos
que nos estemos desgastando con ver el fruto de nuestra obra evangelizadora.
Estamos cargados de trabajo. La labor espiritual ha producido cansancio
espiritual, que a su vez ha producido desaliento espiritual. Nuestro ojo no se
ha oscurecido, pero nuestra energía física y espiritual ha sido seriamente
reducida por nuestro constante darnos al bien de los demás.
Esto puede ser particularmente cierto de aquellos que
somos pastores. Los sábados por la noche estamos preocupados porque no nos
sentimos adecuadamente preparados para la adoración.
Nuestras responsabilidades han sido demasiado pesadas.
Estamos agobiados por la administración eclesiástica, el consejo personal y la
correspondencia. El domingo por la noche estamos completamente agotados.
Incapaces de cumplir con nuestras responsabilidades, trabajamos bajo un sentido
permanente de inadecuación. Carecemos de tiempo familiar; carecemos de tiempo
privado con Dios. Como pasaba a Moisés, nuestras manos se hacen pesadas en la
intercesión.
Como Pablo, exclamamos: “Y para estas cosas, ¿Quién es
suficiente?” (2 Co. 2:16). Las rutinas del ministerio diario se hacen
agobiantes. Experimentamos lo que Spurgeon llamó “ataques desvanecedores del
ministro”, y nos preguntamos si estamos siendo usados por Dios, después de
todo. Nuestra visión del ministerio es tristemente menoscabada.
En tales momentos, deberíamos seguir el ejemplo de
Calvino. Algunas lecciones suyas incluyen: Mira más a Cristo. Descansa más en
su perseverancia, pues tu perseverancia descansa en la suya. Busca gracia para
imitar su paciencia en la aflicción. Tus pruebas pueden alarmarte, pero no te destruirán.
Tus cruces son el camino de Dios a la coronación real (Ap. 7:14).
Adopta una perspectiva amplia. Trata de vivir a
la luz de la eternidad. El bambú chino no parece hacer anda en absoluto durante
cuatro años. Entonces, en su quinto año, de repente crece noventa pies de
altura en sesenta días. ¿Dirías que este árbol creció en seis semanas o en
cinco años? Si sigues al Señor en obediencia, en general verás tus esfuerzos
recompensados al final. Recuerda, sin embargo, que Dios jamás te pidió producir
crecimiento: sólo te pide seguir trabajando.
Date cuenta de que los tiempos de desaliento a
menudo son seguidos por tiempos de avivamiento. Mientras predecimos la ruina de
la Iglesia, Dios está preparando su renovación. La Iglesia sobrevivirá a través
de todos los tiempos e irá a la gloria, mientras que los impíos irán a la
ruina. Así que cíñete los lomos de tu entendimiento y permanece seguro, pues el
Señor es mayor que Apolión y los tiempos. Mira a Dios, no al hombre, pues la
Iglesia pertenece a Dios.
Confía en Dios. Aunque los amigos puedan
fallarte, Dios no lo hará. El Padre es digno de confianza. Cristo es digno de
confianza. El Espíritu Santo es digno de confianza. Viendo que tienes un gran
sumo sacerdote, Jesucristo, el Hijo de Dios, acércate a Él en fe, y espera en
Él, y Él renovará tus fuerzas. No todos somos Calvino. De hecho, ninguno de
nosotros puede ser Calvino. Pero podemos seguir trabajando, por la gracia de
Dios, mirando a Jesús para obtener la fuerza diaria. Si Calvino, un hombre,
hizo tanto por la causa de la evangelización, ¿no deberíamos pedir a Dios que
usara también nuestros esfuerzos, haciéndolos fructíferos mediante su
bendición?
Atended al consejo del puritano John Clavel, que
escribió: “No enterréis a la Iglesia antes de que esté muerta”. Orad más y
mirad menos las circunstancias. Continuad con doble fervor para servir al Señor
cuando no haya ningún resultado visible ante vosotros. Resistid la dificultad
como buenos soldados de Cristo. Estad dispuestos a ser tenidos por necios por amor
a Cristo. Aseguraos de que estáis en Dios, pues entonces podéis estar seguros
de que Dios está en vosotros.
En palabras de M’Cheyne: “Hable vuestra vida más alto
aún que vuestros sermones. Sea vuestra vida la vida de vuestro ministerio”. Sed
ejemplares en y fuera del púlpito, y dejad los frutos de vuestro ministerio a
nuestro Dios soberano, quien no comete errores y jamás abandona la obra de sus
manos.
Finalmente, cobrad ánimo del enfoque de Calvino de “la
puerta abierta”. ¿No erramos gastando nuestras energías en abrir puertas que
Dios ha cerrado? ¿No deberíamos, más bien, orar más para que se abran nuevas
puertas a nuestro ministerio? ¿No deberíamos pedir la guía de Dios para
reconocer qué puertas están abiertas y, por su fuerza, atravesarlas? Dios nos dé
gracia no para guiarlo, sino más bien para seguirlo en toda nuestra obra
evangelizadora. ¿No es el corazón mismo de la evangelización reformada seguir a
Dios antes que intentar guiarlo? Pueda el Señor Jesús decir de nosotros lo que
dijo a la Iglesia de Filadelfia en Apocalipsis 3:8: “Yo conozco tus obras; he
aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar;
porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi Palabra, y no has negado mi
nombre”
EL MINISTERIO DE BIBLIA DOCTRINA Y MENSAJE
& OBRERO PEREGRINO
BIBLIA. Estar convencido de las afirmaciones
de la Biblia es palabra de Dios. Una cosa es afirmar que la Biblia afirma ser
la Palabra de Dios; es otra cosa estar convencido de que esas afirmaciones son
ciertas. Nuestra convicción suprema de que las palabras de la Biblia son
Palabra de Dios viene sólo cuando el Espíritu Santo habla en la Biblia y
mediante las palabras de la Biblia a nuestros corazones y nos da una seguridad
interna de que esas son palabras de nuestro Creador hablándonos.
Poco después de que Pablo ha explicado que su discurso
apostólico consiste de palabras enseñadas por el Espíritu Santo (1ª Co 2: 13),
dice: «El que no tiene el Espíritu no acepta las cosas que proceden del
Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que
discernirlo espiritualmente» (1ª Co 2: 14). Sin la obra del Espíritu de Dios,
una persona no recibirá verdades espirituales y en particular no recibirá ni
aceptará la verdad de que las palabras de las Escrituras son en realidad
palabras de Dios.
Pero en las personas en quienes el Espíritu de Dios
está obrando hay un reconocimiento de que las palabras de la Biblia son
palabras de Dios. Este proceso es estrechamente análogo a aquel por el cual los
que creen en Jesús saben que sus palabras son verdad. Él dijo: «Mis ovejas oyen
mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10: 27). Los que son ovejas de
Cristo oyen la voz de su gran Pastor al leer las palabras de la Biblia, y se
convencen de que estas palabras son en realidad palabras de su Señor.
Es importante recordar que esta convicción de que las
palabras de la Biblia son palabras de Dios no resulta aparte de las palabras de
la Biblia ni en adición a las palabras de la Biblia. No es como si el Espíritu
Santo un día susurrara a nuestro oído: «¿Ves esa Biblia sobre tu escritorio?
Quiero que sepas que las palabras de esa Biblia son palabras de Dios». Es más
bien que conforme los individuos leen la Biblia oyen la voz de su Creador
hablándoles en las palabras de la Biblia y se dan cuenta de que el libro que
están leyendo es diferente a cualquier otro, que es en verdad un libro palabras
de Dios que hablan a su corazón.
La sección previa no tiene el propósito de negar la
validez de otra clase de argumentos que se puedan usar para respaldar la
afirmación de que la Biblia es la Palabra de Dios. Es útil que aprendamos que
la Biblia es históricamente exacta, que es internamente congruente, que
contiene profecías que se han cumplido cientos de años más tarde, que ha
influido en el curso de la historia humana más que cualquier otro libro, que
continuamente ha cambiado la vida de millones de individuos en toda su
historia, que por ella las personas hallan la salvación, que tiene una belleza
majestuosa y profundidad de enseñanza que ningún otro libro iguala, y que
afirma cientos de veces que son palabras del mismo Dios.
Todos estos argumentos, y otros, son útiles para
nosotros y eliminan los obstáculos que pudieran interponerse para que creamos
la Biblia. Pero todos estos argumentos, tomados individualmente o en conjunto,
no pueden ser definitivamente convincentes.
El Testimonio De La Iglesia Puede Impulsarnos E
Inducirnos A Una Estimación Más Alta Y Reverente De Las Sagradas Escrituras. Lo
Celestial Del Asunto, La Eficacia De La Doctrina, La Majestad Del Estilo, El
Consentimiento De Todas Partes, El Alcance Del Todo (Que Es, Dar Toda Gloria A
Dios), La Plena Revelación Que Hace Del Único Camino De Salvación Para El
Hombre, Las Muchas Otras Excelencias Incomparables, Y La Perfección Entera Consiguiente,
Son Argumentos Por Los Que En Efecto Da Evidencia De Ser La Palabra De Dios;
Sin Embargo, Nuestra Persuasión Completa Y Seguridad De La Verdad Infalible Y
Consiguiente Autoridad Divina, Brota De La Obra Interna De «Los Dones Del
Espíritu De Dios» Es Más Restrictivo En Materia De Asunto Que Lo Que Las
Palabras Reales Justificarían, Y Por Cierto Que El Contexto No Lo Exige.
Espíritu Santo Que Da Testimonio A Nuestros Corazones
Por La Palabra De Dios Y Con La Palabra De Dios.
DOCTRINA: En el Antiguo Testamento, doctrina
significa «LO QUE ES RECIBIDO» (Dt 32.2; Job 11.4; Pr 4.2).
Dios, como fuente de conocimiento, es llamado «MAESTRO» (Sal 94.10) y su
enseñanza se manifiesta en juicios (Dt 4.1), palabras (Dt 4.10) y en
su voluntad, fundamentalmente contenida en la Ley. «ENSEÑAR»
significa conducir al hombre a la experiencia más íntima con la voluntad
divina, puesto que la doctrina afecta tanto al intelecto como a la
voluntad humana.
En el Nuevo Testamento se emplean varios términos
relacionados con el acto y el contenido de la enseñanza tanto de Jesús (Mt
7.28) como de los apóstoles (Hch 2.42; Ro 6.17). Jesús es el objeto
inmediato de la doctrina y la conducta del creyente el resultado (Flp 2.1ss).
De aquí las relaciones de la enseñanza con otras actividades tales como «AMONESTAR»,
«ADVERTIR», «EXHORTAR».
En el Nuevo Testamento, la doctrina se califica con
las expresiones: «SEGÚN LA PIEDAD» (1 Ti 6.3; Tit 1.1), «BUENA» (1
Ti 4.6) y «SANA» (Tit 2.8), en contraste con los efectos
perniciosos de las falsas doctrinas. En las Epístolas pastorales la doctrina
aparece formada con más rigidez, restringida al ejercicio de ciertas personas y
como señal de ortodoxia ante las HEREJÍAS.
El estudio de la doctrina bíblica nos ayuda a estudiar
lo revelado por Dios para un buen alimento solido de las escrituras, porque
pone en relevante principios importantes de la interpretación de las
escrituras, aunque para muchas tendencias liberales les sea divisor. Pero creo
que si, porque divide la luz de las tinieblas, el bien del mal y la vida de la
muerte, también previene de la intoxicación del evangelio barato y rebajado que
hoy día se oye por todos lo medios.
La doctrina bíblica también une porque cada ser humano
no puede apropiarse de la misericordia, la gracia y el amor de Dios por medio
de la fe en Cristo, el arrepentimiento de los pecados, el nuevo nacimiento y la
regeneración en una vida nueva aplicada por el Espíritu Santo, quedando
reconciliado con Dios por esta maravillosa obra de la cruz, sino se expone
tales doctrinas.
No creemos que Dios quiso que el estudio de la
doctrina resultara en confusión y frustración. El estudiante que sale de un
curso Bíblico lleno sólo con incertidumbre, y mil preguntas sin
contestación pienso que difícilmente «PUEDA EXHORTAR A OTROS CON LA SANA
DOCTRINA Y REFUTAR A LOS QUE SE OPONGAN» (Tit 1:9).
Por consiguiente hemos tratado de indicar la posición
doctrinal de este tema claramente y mostrar en qué lugar de la Biblia hay
evidencia convincente para estas’ posiciones. No esperamos que todo el que lea
este tema concuerde con biblia doctrina y mensaje en todo punto de doctrina;
pero sí pienso que todo lector entenderá las posiciones que proponemos y en qué
lugar de la Biblia se puede hallar respaldo para todas las posiciones.
Creemos que todavía hay mucha esperanza de que la
iglesia logre una comprensión doctrinal más profunda y más pura, y que supere
viejas barreras, incluso las que han persistido por siglos. Jesús está obrando
en perfeccionar su iglesia «para presentársela a sí mismo como una iglesia
radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e
intachable» (Ef. 5:27), y ha dado dones para equipar a la iglesia, y «de este
modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios» (Ef. 4: 13).
MENSAJE. El termino de mensaje o mensajero es el
que lo que se le encomienda sea en palabras o comisión de entrega a segundos o
terceros este termino se puede ilustrar en (Mateo 28: 19-20 y Hechos 1: 8, Juan
17: 20)
Aunque la Biblia consiste de muchos libros diferentes
escritos durante un largo período de tiempo y por una gran variedad de
escritores, la mayoría de los cuales no se conocían unos a otros, tiene una
unidad orgánica que solamente puede explicarse asumiendo, como el libro mismo
lo reclama, que sus escritores fueron inspirados por el Espíritu Santo para dar
el mensaje de Dios al hombre.
EL TEMA DE ESTE MENSAJE ES EL MISMO EN AMBOS
TESTAMENTOS, LA REDENCIÓN DEL HOMBRE.
El AT nos habla del origen del pecado del hombre y de
la preparación que Dios hizo para la solución de este problema a través de su
propio Hijo, el Mesías.
El NT describe el cumplimiento del plan redentor de
Dios: los cuatro Evangelios nos hablan sobre la venida del Mesías; Hechos
describe el origen y crecimiento de la iglesia, el pueblo redimido de Dios; las
Epístolas dan el significado y la implicación de la encarnación; y el libro de
Apocalipsis muestra cómo algún día toda la historia será consumada en Cristo.
OBRERO: Término para un trabajador que se
compromete a un patrón “SEÑOR” (jefe) y esta dispuesto a hacer lo que se
le ordene y sin omisión por el compromiso o (contrato):
ergates (ejrgavth"), relacionado con ergazomai, trabajar y ergon,
trabajo denota:
(A) trabajador del campo, labrador (Mt
9.37, 38; 20.1, 2, 8; Lc 10.2, dos veces; Stg 5.4);
(B) trabajador, o OBRERO, en un
sentido general (Mt 10.10; Lc 10.7; Hch 19.25; 1 Ti 5.18); se utiliza.
(C) de un siervo de Cristo (2 Ti 2.15)
Llevar algo a cabo, producir, ejecutar (p.ej. Mt
26.10: «ha hecho»; Jn 6.28: «PONER EN PRÁCTICA», RV: «OBREMOS»;
v. 30: «QUÉ OBRA HACES», «hacer», RV: «obrar»; Hch 10.35: «que hace»;
13.41: «hago», RV: «obro»; Ro 2.10: «que hace», RV: «QUE OBRA»; 13.10:
«hace», RV, 1 Co 16.10: «hace», RV; 2 Co 7.10ª, en los textos más comúnmente
aceptados, Gál. 6.10: «HAGAMOS», RV, Ef 4.28: «haciendo», RV:
«OBRANDO»; Heb 11.33: «HICIERON», RV: «OBRARON»; 2 Jn
8: «COSAS QUE HEMOS OBRADO», RV; traduce libremente «DE
VUESTRO TRABAJO»)
Forma enfática de, cuyo significado es hacer,
conseguir, llevar a cabo con una actividad fatigosa. Se traduce con el verbo
obrar en Stg 1.20.
PEREGRINO: Término que se
aplica al que anda de paso, y habita solo temporalmente en un lugar. En el
Nuevo Testamento se hace referencia a los cristianos como PEREGRINOS, a
fin de recordarles que su vida actual no es su destino definitivo, sino que su
hogar permanente está junto al Padre (1 P 1.17; Heb 11.13).
Esto no significa, por supuesto, que el Nuevo
Testamento insinúe que la vida presente y el mundo actual carezcan de sentido o
sean malos. Pero sí significa que los valores de la edad presente no son
finales. Por tanto, el término «PEREGRINO» aparece en un contexto
de fe en Dios como creador de todo cuanto existe.
El uso del término en el Nuevo Testamento tiene
profundas raíces en el Antiguo Testamento, y particularmente en el episodio del
éxodo (Heb 11.13). Por tanto, cuando en el Nuevo Testamento se nos dice que
somos PEREGRINOS, esto quiere decir que somos semejantes al
pueblo de Israel en el desierto; nuestro socorro no es fruto de nuestros
esfuerzos ni de nuestra capacidad, y la meta final no es este camino que
atravesamos.
La condición de PEREGRINO no eximió
al Israel del Antiguo Testamento de su obligación de ser fiel a Dios en el
desierto y, por tanto, ser peregrino en el Nuevo Testamento no significa que el
nuevo Israel deba desentenderse del mundo de su PEREGRINACIÓN. Lo
que sí quiere decir es que este mundo no es ni puede llegar a ser la tierra
prometida. (Apoc. 21: 2-8)
Gracias a todos nuestros hermanos en las
congregaciones que nos respaldan en oración, y también en lo económico para que
este ministerio siga adelante, gracias y que nuestro Dios les bendiga en este
año que inicia. Que El Dios de paz los abunde en todo don especial.
Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a
todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien,
e ingenuos para el mal. Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo
vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
(Rom. 16: 19-20).